Bienvenido / Napaykullayki / tere§uahe porãite

Este espacio quiere ser el riego constante de una actitud: la actitud intempestiva. Aunque es evidente la referencia a mi autor predilecto, Friedrich Nietzsche, no se reduce a su actitud. El intempestivo es aquel que afirma y se afirma más allá del receptor presente. En nuestro tiempo, lleno de discursos apocalípticos, tiempo que se caracteriza en los textos más antiguos (escritos en sánscrito) con el nombre de Kali yuga, y para colmo en occidente -este occidente al final de todo- en el que nuestro interlocutor encarna la náusea, que mejor que ser intempestivo. No esperar nada. No esperar a nadie (¿cuánto hemos esperado ya?). Afirmar: afirmarse. No se pretende guiar a nadie hacia una creación sectaria-destructiva -ya nos conjuramos tácitamente y caminamos con hediondez de buen ganado, nárcotico en mano, hacia la desaparición- se trata de una actitud en relación a lo único que nos permite una digna "arqueología": el arte y el pensamiento. Palabras que le hablan a la posteridad, porque el receptor ya nunca está presente. Palabras limpias que se saben ensuciar. Palabras fuertes, valientes y ensangrentadas. Palabras intempestivas.

Imágenes para pensar

Imágenes para pensar
Miro el bosque y nos veo: nuestro bosque no tiene raíces, las tiene cada uno de los árboles. Por eso vivimos en el desarraigo...

Decir siempre lo dicho? Literatura y transgresión

para Josetree.

"Tomar la palabra", como algo físico. Tener un cuerpo a cuerpo con ella, tomarla por los cuernos, o sujetarla fuerte por el pescuezo, como cuenta Cortázar que no hizo el catedrático doctor Lara y por eso le pasó lo que le pasó. Tener un encuentro físico, porque se trata de una rotunda exterioridad con la que vérselas. Pensando acerca del carácter ajeno de las palabras, esos préstamos que nos hacen desde niños, que nos retienen en los recodos de la abstracción y nos hacen creer que ésa es LA realidad, una realidad más ficticia que cualquiera que se pueda imaginar, la realidad que está en este lado, me ha asaltado la pregunta: ¿Cómo el lenguaje llegó a ser literatura? Recuerdo entonces las bellas palabras de Foucault:

"Allí donde las palabras parecen haber huido de las cosas y se nos presentan como algo "normal", "natural", "inmediato"... expresan la ficción del "mundo humano", desprendido del ser; nos ofrecen más una ausencia que una presencia. Las palabras ya no designan algo, no expresan a nadie, tienen su fin en sí mismas. Ya no es un "yo" quien habla, es el lenguaje quien se habla, el lenguaje como obra, y como obra del lenguaje. Signo derruido como signo. Huella de huellas... sin presencia. Huellas que instauran -sin origen- el juego de las diferencias y de la diferencia. Es el tiempo de la desposesión. Y de empezar una escritura que, sin embargo, ya viene escribiéndose.
No pensamos, somos pensados por el pensamiento. Somos pensamientos sin que nadie los piense: somos signos. No hay comienzo ni final, no hay ninguna manera de ganar o perder. ¿Cómo dar con la presencia de un sentido? ¿En qué lugar? ¿Es la desconstrucción del sentido, la desconstrucción del sistema?...
La irrupción es del "yo hablo" que deja surgir su emplazamiento vacío. Lejos así del yo pienso...
¿Cómo leer la ausencia del libro?"

El arte es la única religión que te brinda el paraíso aquí en la tierra... cumple su sacerdocio con la verdad de tus sentimientos y la convicción de tu intelecto 

Tierra


La tierra es alfombra por un lado y por el otro manta, apenas una frontera delgada entre aquellos que la pisan y aquellos que por ella son cubiertos, entre los ejércitos del movimiento y los de la quietud, dos muchedumbres trabadas por un olvido mutuo...